Hace una semana que aterrizábamos en nuestro destino: Cuba, unas vacaciones muy deseadas. Con muchas ganas de conocer La Habana, sus alrededores, ver y oír a sus gentes, como viven, sus costumbres, y como no, con la esperanza de pescar.

En cuanto a la pesca en lo que es La Habana, complicada. Previamente había hablado con varios cubanos en el Malecón, me contaban sus experiencias en la pesca y aparte de eso te contaban de todo. Yo empezaba con preguntas de pesca y ellos acababan contándome  que tenían familia o amigos en España e inmediatamente después llegaba la frase por excelencia : “ si me puedes dar algo … “ y la realidad es que tienen grandes necesidades.

Regalé unas cuantas camisetas, calcetines y todo lo que pude. Cuando les mostraba los  señuelos se volvían locos, nunca habían visto algo así por eso volví con muy pocos. Me gustaba dárselos la verdad, la pesca la viven desde niños y es para ellos mucho más que una afición.

Malecón, al fondo la embajada de E.E.U.U.

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Madrugaba casi todos los días, el hotel estaba junto al Malecón. No había tanta afluencia como por las tardes cuando prácticamente se llenaba de cañas, se aglomeraban grupos y grupos de cubanos y pasaban la tarde con sus hilos y aparejos.

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En 4 madrugones no vi más que una especie de palometa seguir un minnow hasta la orilla.

Como veía que desde tierra no había opciones en esta zona decidí, ir hasta la Marina Hemingway, me habían dicho que allí podría contratar o alquilar un barco. Localice al responsable del club náutico y me dijo, –“teníamos dos barcos, uno esta averiado y no funciona y el otro se averió y se hundió”. Estaba en Cuba, eso es así.

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Otro punto caliente cerca de La Habana era Cojímar, a pocos minutos al este de La Habana. Es un pintoresco pueblo de pescadores donde Hemingway atracaba su barco “El Pilar”.

También pude hablar con varios pescadores y me contaban que en esas aguas abundan las barracudas, grandes jureles y en la entrada del río Cojímar los sábalos son los dueños.

Ninguno de ellos pude ver o sentir con mi caña pero pude disfrutar mucho en las dos tardes que estuve en este lugar.

Un bote de corcho para la pesca (Cojímar).

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Un padre con sus hijos disfrutando de la pesca, sus cañas eran tres palos y unos hilos. Junto a ellos un puente levadizo,por el pasaba Hemingway cuando iba de pesca.

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Atardecer de Cojímar, los bancos de peces pasto se acercaban a la costa y era una buena oportunidad para tener algún ataque. Al fondo el Torreón de Cojímar.

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Los días pasaban y pasaban y los peces no aparecían pero estaba contento con los lugares que visitaba, además eran vacaciones de familia y las horas de pesca estaban condicionadas. Tuve que ir a ver a Hemingway a la Floridita y tomarme un daiquirí junto a él, a ver si la suerte me cambiaba en Varadero.

Floridita. La Habana.

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Unos días en Varadero son descanso, relax y tranquilidad. En el hotel disponía de excursiones de pesca en barco pero para completarse serían necesarias cuatro personas y en tres días allí no se pudieron completar. Mi ultima opción era hablar con el responsable del deporte náutico y convencerle que me dejara una pedaleta para salir de pesca. Me costó un poco pero lo conseguí y en la primera salida temprana pude disfrutar de mi primera captura.

Antes de ello me encontré con unos pescadores que navegaban en sus patos artesanales. Con su pesca se ganaban la vida. Personas muy simpáticas que durante nuestro breve encuentro me dijeron que les perseguían las barracudas e incluso cuando hacían alguna captura les atacaban y perdían el pez o peor aún el anzuelo. Son depredadores muy inteligentes que al parecer han adoptado algún tipo de comportamiento en el cual siguen a estos pescadores sabiendo que suben peces pequeños para atacarlos.

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Junto a este pescador y al segundo lance tuve el ataque de la barracuda. Una buena picada, y una batalla con un pez veloz y potente, pude subirlo y tocar al fin el primer pez en este viaje.

Quise dárselo para que lo comiera o lo vendiera pero lo rechazo ya que las barracudas me conto que tienen la ciguatera, un tipo de intoxicación alimentaria producida por el consumo de peces que contienen ciguatoxina. Me reveló que si padeces esta intoxicación se te cae el pelo y los dientes y puedes tardar 2 años en recuperarte. Tras estos argumentos le pase la cámara me echo unas fotos y vuelta al agua.

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Aunque era la primera captura y el penúltimo día de estancia estaba realmente contento, en esta época del año y por esa zona costera no abundaban muchas más especies pero ya tenia una.

El último día tenia que tener el intento final. Otra vez la pedaleta me serviría para salir de la costa y pronto pude divisar muy cerca de mi como nadaban varias parejas de delfines. Me encontré con un pescador en mi misma situación que me dijo que los días que se ven los delfines no pescas ni un pez. El pez pequeño no estaba y las barracudas tampoco.

Ya a media mañana y castigando el sol, cansado de lanzar y lanzar y de curricanear cogí un pez de unos 20 cm, le puse un anzuelo 4/0, línea de acero y poco a poco iba navegando vuelta a la playa. Increíble no tarde ni 10 minutos, cuando tuve el ataque fulgurante, una nueva barracuda había atacado el pez vivo y nuevamente me hacía tener mi ultima batalla en Cuba.

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Sin duda unos días sensacionales en Cuba, un paraíso aún por descubrir y con muchas posibilidades para la pesca.

Hasta pronto…

 

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Hay capturas que cuando las ves y las tienes en tus manos se convierten en momentos inolvidables. Esta vez creo que perdure en mis sueños mucho tiempo.

Me lleve de aventura a mi amigo Burki recién llegado al pueblo para pasar unos días de vacaciones, le comenté que iba a madrugar para pescar y no lo dudo ni un segundo, se venía con cámara en mano a pasar la mañana y ver por primera vez la escarpada costa cantábrica.

Esta vez no me tenía que preocupar por hacer fotos, solo centrarme en las olas y en la pesca.

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La zona de pesca estaba preciosa, con un encanto especial que me hacia presentir o hacerme ilusionar con una buena picada.

Siempre que me acerco a un escenario de pesca me gusta observarlo unos minutos, olerlo, saber de donde viene el viento, intuir la postura de los peces…

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En los primeros lances no tuve ningún toque o picada.

Cambie la postura buscando un lance más frontal, localizando los caños donde seguramente algún depredador esperaba acechando el paso de algún pececillo.

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Pocos lances tarde en tener la parada en la línea esperada y ansiada. Un frenazo brusco y seco seguido de unos tirones fuertes con salida de línea generosa en el carrete.

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Un lance intenso como pocos he vivido con la tensión máxima de saber que era una buena pieza. Controlaba las olas sin perder ni un momento de vista al mar  hasta que pude verlo y por fin supe lo que era. Un segundo de tregua, entre tren y tren de olas, y sin pensarlo mucho lo subí a la roca.

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Ya estaaaaa!!! el pez en lugar seguro pero con el riesgo de olas amenazadoras…así que vámonos de aquí!!!

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Por fin!!!! en lugar seguro y con un subidón de adrenalina muy grande. Un precioso Dentón había atacado mi señuelo y tras un preciosa batalla lo conseguía poner en mis manos.

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Mi primer Dentón desde costa. Un ejemplar precioso con unos colores intensos rojizos que hacen pensar en su edad y unos ojos que me miraban con muy mala leche mostrando la astucia y la ferocidad de su ser.

Me sentía muy felizzzzz!!!!

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Tras lo vivido y compartido a principios de mañana con Burki, decidimos acercarnos a una playa cercana para almorzar y de paso intentar alguna captura más.

Fue llegar y besar el santo una pequeña lubina se clavaba en el primer lance.

Que bonita!!!

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Un gran manera de acabar esta gratificante jornada de pesca!!!

Hasta pronto!!!

Próxima entrada, De pesca en Cuba!!!

 

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