Tras los temporales que azotaron la costa y mi reciente paternidad en enero, hasta ahora me había sido imposible poder acercarme a la orilla del mar para tentar los sargos, por fin este fin de semana he podido.

Mi idea es intentar en todas las salidas, con los primeros hilos de luz capturar una lubina, me encanta el spinning y me encanta cacear las truchas con pequeños jerkbaits, así que cada día, la primera hora, la destinaré a buscar entre las espumas, la preciada lubina.

El pasado viernes, con la ilusión acumulada de días sin salir y con la incertidumbre de recibir esa picada tan esperada en el final de la línea, me fui a la costa, esta vez solo.

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La zona casi en pleamar era esta, una zona rocosa con pasillos en el que esperaba que alguna lubina atacara mi artificial, cosa que tras dos horas no ocurrió. Serán muchos días los que me iré con un bolo, pero lo intentare cada amanecer.

A eso de las 10:30, me fui a almorzar, para seguidamente cambiar de tercio. Cambie de zona, cogí la mochila, el macizo, los langostinos y baje para tentar el poco tiempo que me quedaba a los sargos.

El mar estaba precioso, la pena que este pozo que os muestro se quedaba sin agua.

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Estuve un buen rato disfrutando de las picadas, solté unos cuantos pequeños, alguno quedaba para casa, pero lo mejor recuperar sensaciones sargueras.

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La actividad en la hora que pesque era muy buena. Los langostinos eran devorados por los pequeños. Me estaba quedando sin tiempo y como no podía ser de otra manera, se me había ido la mañana sin darme cuenta.

Estos sargos de la foto los eché en este charquito que quedaba tras la bajamar.

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Con estas cinco piezas termine la jornada, ahora limpiarlos y recoger todo. Se había terminado una mañana de pesca genial, con el spinning esperando esa picada y un sargueo breve pero intenso.

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Hasta pronto…