Mañana la del sábado especial por las condiciones de la mar, ya que con un viento sur bastante fuerte nos dejaba la costa con un aspecto de total calma. Al alba ya estaba sobre las rocas, y con la bajamar muy cerca del final lanzaba los señuelos en los caños que iban formando las piedras.

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Entre esas calles naturales que había fue donde pude clavar y sacar estas dos pequeñas y voraces lubinas, entraban al Black Minnow 120 azul con cabeza de 12 gr. 

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La pesca duro lo que tardó el sol en salir, solo tenía ganas de volver!!

Hasta pronto!!

 

Esta vez todo comienza con la visita de mi amigo alemán Burkä, amante de la naturaleza, viajero empedernido con mil y una historias por medio mundo. Le había hablado de los espectaculares acantilados de la costa cantábrica, sus oleajes, sus atardeceres y amaneceres con ese olor a salitre cuando te encuentras allí abajo, tenía que llevarle y que él lo viera!!!

Así que este pasado jueves fue el día. Mi intención era pasar la tarde por la zona, cenar algún sargo que pescara, coger algún fruto que nos da las rocas en baja mar y disfrutar del entorno.

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Media tarde la pasamos hablando, le conté donde pescaba, como lo hacia y le describí la zona, queriendo transmitirle un poco el sentimiento de la pesca. Ya en la ultima hora del día y no con las mejores condiciones del mar, comencé a macizar una puesta para intentar al menos, como así fue, la captura de 2 dos sargos para la cena.

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Ese día no estaba la mar para acercarse mucho así que nos bastó con unos caracolillos y dos sargos a los que luego acompañamos con unas patatas asadas y un vino de Rioja. Un menú de lujo para la noche.

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Dormimos a la intemperie bajo un cielo estrellado con la música celestial de las olas rompiendo a escasos metros de nosotros, a pesar de la humedad que había conseguimos descansar plácidamente.

Con los primeros rayos de luz me desperté, monte la caña de spinning y a darle, lo intenté con mil lances pero nada, ni picada. La mar continuaba con su bravura, lo que dificultaba mucho los lances.

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Cambio de tercio y otra vez la caña de sargo, tras los trenes de olas, dejaba un rato mantener el corcho, en esos segundos se producía la picada. La posición que busqué para pescar era muy alta ya que la peligrosidad de las olas no invitaba a situarme en sitios que realmente me gustan más.

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De un total más o menos de 15 sargos salvé 3 para casa, el resto eran muy pequeños. La verdad es que pase una hora y media muy entretenida, sin grandes piezas, pero para ir cogiendo callo para estos meses sargueros que nos vienen fue genial.

Un día y medio en las rocas, por la noche solo el ruido de las olas, por el día mirando el corcho esperando la picada, increíble!!!

 

Hasta pronto…